Lisboa en el corazón,
uno de los hijos más ilustres de la ciudad, Fernando
Pessoa, escribió "No hay flores para mi iguales
al color de Lisboa bajo el sol". ¿Por qué ha sido
considerada siempre por los ciudadanos, visitantes,
artistas, como la ciudad de la luz, o mejor dicho
de las luces? Un arcoiris de colores, desde el mar, las
casas, las personas, los azulejos, la alegría y
la melancolía que solo se puede explicar por la variedad
de elementos naturales y humanos que allí habitan.
Pessoa dijo en una de sus poesías: "El corazón no
tiene porque saber lo que es bueno". Él lo sabía
bien.
La
situación privilegiada de Lisboa en la orilla norte del Tajo ha
atraído a los visitantes durante más de mil años, incluso los
romanos bautizaron el sitio como "Felicitas". La luz que
proviene del mar, de muy lejos, se convierte en polifacética
entre los ingredientes de esta ciudad, los reflejos del río que
pasa por Lisboa pero se une con el mar, las calles estrechas y
los callejones de pocos metros, la respiración pesada de alguien
que se detiene y mira al horizonte viendo como la luz ilumina su
rostro.
La capital de Portugal es una
de las capitales más fascinantes de Europa, su luz, cálida,
elegante y del pueblo a la vez. Lisboa destaca en el
cielo azul con sus colores cambiantes, que pasan del ocre al
pastel de las casas más antiguas, iglesias, torres o
campanarios. Es un contexto caracterizado por una vida
cultural muy activa, además tiene muchos museos nacionales y
galerías de arte. Hay mucha vida nocturna, especialmente a lo
largo del río Tajo, en el Barrio Alto, donde hay
todo tipo de locales, tradicionales o de diseño muy moderno,
discotecas, salones de baile, restaurantes de lujo o
restaurantes más simples y genuinos. Muchos eventos se llevan a
cabo a lo largo del año, desde óperas hasta conciertos de música
clásica, moderna, ferias, festivales y corridas de toros. En
Lisboa si quieres perderte aunque sea por un día, podrás entrar
en una novela del siglo XX... Lisboa
está construida sobre siete colinas que se inclinan en un arroyo
natural, donde se construyó un puerto histórico, punto de
partida de los navegantes y exploradores en busca de
nuevos mundos y nuevas riquezas. La ciudad se extiende a lo
largo del
río Tajo (o Tejo) y ahora tiene poco más de medio millón
de personas (que debería ser de dos millones considerando el
área metropolitana de la Gran Lisboa). Es un destino ideal para
viajes cortos, organizados en el último momento debido a los
vuelos baratos o incluso para estancias largas, que te
permitirán conocer y disfrutarla en todas sus formas, el
folclore, la cultura, la historia, gastronomía y el arte, tanto
moderno como popular.
La historia antigua de la ciudad,
que se piensa que comenzó en 1139 por lo que es uno de los
países más antiguos de Europa, ha dado forma a la arquitectura
de Lisboa y carácter a sus habitantes, cortés y hospitalario,
pero que esconde una profunda melancolía y un sentimiento no
definido que ellos llaman
saudade. Una larga historia caracterizada por la
Lisboa morisca, la Lisboa capital de un gran imperio
colonial, el centro de comercio mundial, al inicio de la
decadencia y a causa del Gran Terremoto de Lisboa de 1755
hizo difícil la reconstrucción de la ciudad moderna, en
el siglo XX, con la dictadura de Antonio Salazar y el
consiguiente aislamiento de Portugal
del resto del mundo. Llegado este día, tras la revolución
pacífica de los Claveles (1974) que marcó el inicio de la
democracia además de la entrada en la UE en 1986 está volviendo
a desarrollar sus potenciales.
Pero
volvemos a hablar de como visitar Lisboa, vista desde el río se
muestra toda la belleza antigua y pintoresca, sus colinas
ofrecen una visión de subidas y bajadas impresionante, el mar se
divisa desde sus calles viejas y estrechas. Las colinas se
elevan desde la Baixa, la ciudad baja. Las empinadas
carreteras conducen al viajero a través de la zona conocida como
Alfama, el
Castillo de San Jorge, una ciudadela árabe adoptada por
el primer rey de Portugal, Alfonso I en 1147. Al llegar a
la Alfama te das cuenta de lo que es hoy en día Lisboa al verla
desde arriba: una mezcla de culturas
antiguas que han llegado a formar una sociedad y una estructura
urbana: fenicios, romanos, árabes, íberos, todos ellos han
contribuido a formar la comunidad cultural portuguesa haciendo
de Lisboa una de las capitales más interesantes de
Europa. La estructura sigue siendo la misma que la de la
Alfama, un laberinto de calles empinadas, escaleras, casas
con ropa tendida, pequeñas tiendas de alimentos, tabernas y
bodegas donde todavía se puede comer y beber de forma divertida.
El Castillo de San Jorge domina desde lo alto y ofrece muy
buenas vistas de Lisboa desde sus murallas. Este barrio es
fascinante, pero por las tardes más aún, con personas que se
reunen para hablar y música africana (muchos de los residentes
locales vienen de Mozambique o de Cabo Verde) que
hace de fondo. Para en el Mostrador de Santa Luzia, cerca
de la iglesia que lleva su mismo nombre, para relajarse y
disfrutar de las vistas. Puedes ir a ver la cúpula de Santa
Engracia, la Iglesia de Santo Estevao y las dos enormes
torres blancas de San Mibuel. Ten en cuenta que mientras los
ancianos juegan a las cartas en el restaurante de Bouganville,
nosotros estaremos asimilando una imagen que quedará grabada en
nuestra mente mucho mejor que cualquier postal.
Aún en el barrio, si te gustan las
artes decorativas no te olvides de visitar el Museo de
Lisboa, también conocido como Ricardo do Espirito Santo Silva
Foundation. Una visita al mercado de las pulgas,
también conocido como el mercado de los ladrones donde
recomendamos: no se encuentran tantas cosas como antes, sin
embargo aún podremos encontrar grabados,
azulejos, baldosas, ropa usada o hierro forjado original.
No muy lejos está el mercado del pescado, la verdura y hierbas
aromáticas a la venta. El barrio de la Iglesia de Santa
Engracia, el
Museo Militar, ubicado en una antigua fundición de
cañones o la Casa dos Bicos, que tiene una famosa fachada
hecha con piedras en forma de diamantes. al oeste se encuentra
la calle más de moda de toda la ciudad, el lugar en el que están
todos los centros comerciales y sitios elegantes. La calle se
llama Rua Garrett
o el Chiado, y las tiendas de la zona están acompañadas
por enormes iglesias de estilo barroco.
Además de Alfama, de la que hemos
hablado, hay otros barrio también importantes, se dividen
en barrios de clase baja (Cidade Baixa) y barrios de
clase alta,
Bairro Alto. Con el mapa en la mano (incluido el transporte
público), Lisboa puede visitarse y además con transporte urbano.
Hablamos
ahora de la parte alta, seguramente con el fin de comprender el
espíritu de Lisboa debemos conocer bien las calles del
Barrio Alto, la ciudad más arriba, una de las pocas zonas
que sobrevivió al terremoto de 1755. Subir por las calles, tal
vez utilizando un elevador o un funicular, dejar atrás
las tiendas llegas de gente y de turistas y estar en
tranquilidad nos hace darnos cuenta de que Lisboa es un lugar de
contrastes. Caminar por las calles estrechas, a veces puede
llegar a provocarnos una sensación de claustrofobia, y encontrar
grandes edificios cubiertos por
azulejos,
principalmente formando grandes océanos con la temática de los
mosaicos. Rodeada de casas que acaban cayendo en el olvido, de
forma a veces casi peligrosa, al final de las carreteras se
abren grandes espacios abiertos, la mayoría ofreciendo hermosas
vistas de la ciudad. Además de las tiendas, más o menos modernas
y de uso común, encontrarás tiendas de antigüedades o tabernas,
donde ir a cantar fado
en las noches oscuras. El fado es una música portuguesa típica
que refleja un carácter melancólico, un miedo de ser feliz por
temor a romper el frágil equilibrio. El Fado dice muchas cosas,
no necesariamente tristes, incluso un anhelo del pasado o de
algo hermoso, el miedo de toda la vida al mar, aún a pesar de la
necesidad de ir al mar buscando oportunidades, la angustia y la
ansiedad de las mujeres de los maridos que zarparon al mar tal
vez para no volver. Las notas del fado se notan en Lisboa a lo
lejos al caminar desde la ventana abierta de alguna de las casas
en las noches de verano, o se siente en los restaurantes (en las
casas del fado), donde grandes intérpretes de esta música
son venerados a nivel nacional, tales como Amalia Rodríguez
(en la foto de arriba), cuya muerte en 1999 implicó tres días de
luto nacional. Sobre el fado Pessoa siempre dijo: "El fado no
es ni feliz ni triste, el cansancio del alma es triste, la
mirada de desprecio de Portugal que antes creía en Dios y que
luego lo abandonó al llegar el fado, una vez de regreso, legal,
actual..."
Para
entender el laberinto que e el Barrio Alto se puede subir a la
colina de en frente, aquella en la Alfama donde se encuentra el
ya mencionado
Castillo de San Jorge, un puesto de observación antiguo.
Aquí la vista se extiende, a la vez que lo hace el Barrio Alto,
a pesar de estar ante nuestros ojos una gran parte de la ciudad,
los alrededores y el río entre lo que destaca el perfil del
Puente 25 de Abril (muy similar al americano Golden Gate)
con una silueta en forma de cruz de la estatua de Cristo Rey,
construida en la orilla opuesta. Entre las dos colinas se
encuentra la Baixa, un barrio comercial por excelencia,
construido pro el
Marqués de Pombal después del Gran terremoto de Lisboa
de 1755. El distrito se ha hecho de forma que se planifica
el estilo de los edificios, en el Barrio Alto y la Alfama. La
Baixa es todavía la principal zona comercial de Lisboa, puedes
encontrar muchas tiendas y boutiques de moda, es la zona ideal
si quieres ir de compras.
En
la orilla derecha del Tajo, a las afueras, encontramos el
barrio de Belem, de visita obligada para todo turista. Por
ahí está la famosa Padrao do Doscombrimentos, el
monumento con forma de proa de barco que rememora los grandes
descubrimientos de la vía marítima. Es un monumento que
sorprende por su tamaño, pero en ese lugar además, a falta de
referencias, no pasará desapercibido a nadie, a la hora de hacer
una foto deberías hacerlo enmarcando toda la
construcción y unas pocas personas, para hacerse una idea del
tamaño. Echale incluso un vistazo al mapa del mundo que decora
la Torre de Belem cerca del monumento y que muestra todas
las etapas de la exploración. Muy cerca está también la torre de
Belem, un lugar lleno de encanto que tiene la característica que
surgir en una isla cerca del río. La torre, construida en 1515,
sirvió de fortaleza para guardar la entrada al puerto de Lisboa,
y fue situada en una isleta en la
orilla
de la desembocadura del río Tajo. Con el terremoto de 1755 la
isla se reubicó y se acercó más a la orilla, este fue el punto
de partida simbólico de muchos viajes de exploración
portugueses, ya que era la última vez que los marineros veían su
patria al partir. La torre se convirtió en un edificio diseñado
por Francisco de Arruda
para celebrar el descubrimiento de la ruta hacia la India por el
navegante portugués Vasco de Gama. De Arruda, que había
trabajado
en
las fortificaciones portuguesas de Marruecos, tuvo con esto la
razón suficiente para darle ciertos aires moriscos a sus
construcciones. Al otro lado del río hay ventanas en arco,
galerías dedicadas al estilo veneciano y una estatua de Nuestra
Señora del Buen Retorno, un símbolo de protección a los
marineros. La torre, junto con el
Mosteiro dos Jerónimos, otro detalle importante de Belem,
es uno de los mejores ejemplos arquitectónicos del estilo
manuelino, característico en las obras del Renacimiento en
Portugal, que toma el nombre del rey portugués de aquel periodo,
Manuel I. Desde 1983, estos ejemplos de arquitectura son
reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad,
el Monasterio de los Jerónimos tiene la tumba del gran
navegante Vasco de Gama, el primer europeo en atravesar
?frica por debajo y llegar a la India, y el poeta
navegador Luis de Camões, que comparaba su dominio de la
poesía con la de Omero, Virgilio, Dante
y Shakespeare. En la capilla del claustro, descansando
desde 1985, los restos de Fernando Pessoa. Aquí el 13 de
diciembre de 2007 se firmó el tratado de Lisboa, que reforma los
tratados anteriores de la Unión Europea.
También
en la orilla derecha del Tajo, pero al otro lado de la ciudad de
Belem, se encuentra el barrio de la Expo, todo fue
construido para la Exposición Universal de 1998, donde en
su día fue la zona industrial ahora abandonada. La intención de
los diseñadores fue, por supuesto, dejar boquiabierto al
visitante en todos los sentidos, aquí los temas arquitectónicos
innovadores abundan, comenzando por la línea roja del metro que
fue construido también para ese evento. De hecho, al caminar por
los senderos nadie se aburre viendo los distintos edificios y a
lo lejos en el horizonte el puente Vasco de Gama que
atraviesa el Tajo, uno de los más largos de Europa. Hay quien
tiene un sentimiento de malestar en este barrio, que está
diseñado para acoger un gran número de personas para un evento
particular pero que siembra el sentimiento en el corazón.
Disfruta del centro comercial y del Oceanarium, uno de
los más grandes acuarios de Europa.
Tras
terminar la visita a Lisboa, te sugerimos un viaje a la playa.
La costa es muy accesible con un pequeño viaje en tren que dura
menos de media hora, a partir de Cais do Sodre y en
Cascais, un famoso balneario que está situado a pocos pasos
de Estoril
(famoso por su casino y su pista de carreras). Desde aquí
podemos continuar a pie por la costa y llegar a Cascais, donde
el Atlántico rompe violentamente contra los acantilados, en
algunos lugares hay más de un centenar de metros de altura. La
atmósfera en este lugar incita a muchas cosas, entre ellas a
contemplar la magnífica puesta de sol que tiñe de rosa los
desnudos acantilados, se cree que durante siglos la gente que
vivía en estos sitios ha buscado respuesta al contenido de tal
inmenso océano. Si quieres caminar un poco, puedes continuar al
norte unos kilómetros a lo largo de la costa, y llegarás al
Cabo da Roca, el extremo occidental del continente europeo.
También
en tren, esta vez desde la estación futurista de Oriente
(en la foto) está solo a dos horas la pequeña ciudad de Tomar,
donde la antigua fortaleza de los Templarios domina una
colina rodeada de bosques. Aunque este lugar es impresionante
dada su importancia histórica y la belleza del convento
fortificado, que destaca aún más los jardines de su terraza.
Desde el interior de la iglesia de los Caballeros Templarios,
que representa el Templo de Jesuralén, se puede admirar la gran
ventana de cristal decorada con un tema marino, un ejemplo
famoso de estilo manuelino. Si el tiempo está despejado,
se puede admirar en las paredes exteriores un gran panorama
sobre las copas de los árboles del bosque de al lado (también
debes visitar los senderos del lugar).